Dr. Fernando Valenzuela

La obesidad definida como un índice de masa corporal mayor de 30 kg/m2, afecta aproximadamente al  30% de los chilenos, ubicándonos en los peores lugares a nivel mundial. Se produce en personas con predisposición genética que tienen un desbalance crónico entre la alimentación ingerida y la energía gastada. Aproximadamente el 70% de la ganancia excesiva de peso es atribuible a la dieta y factores ambientales.

La obesidad está implicada en un amplio espectro de enfermedades de la píel y esta muy lejos de ser sólo un problema cosmético. Los obesos tienen una piel seca, con mayor pérdida de agua y enrojecimiento cutáneo (eritema),  debido a que tienen alteraciones importantes en la función de la barrera cutánea.

También tienen alteraciones de las glándulas sebáceas y sudoríparas, del colágeno, vasos linfáticos y sanguíneos, de la grasa subcutánea. Los pacientes obesos tienen mayor secreción de sudor, y su pH resulta mayor que en sujetos normopeso.
En obesidad existe también un desbalance hormonal que incluye hiperandrogenismo e hiperinsulinismo. El hiperandrogenismo es causado tanto por la acumulación de células grasas que produce andrógenos como por el hiperinsulinismo, se manifiesta en la piel por: acné, hidrosadenitis supurativa, calvicie (alopecia androgenética) y  excesos de vellos o hirsutismo.

El colágeno se ve afectado en los pacientes obesos, lo que ocasiona problemas en la cicatrización de las heridas.

Otra alteración en la piel de por la obesidad es la obstrucción de los vasos linfáticos lo que ocasiona linfedema, reduciendo la oxigenación de los tejidos y produciendo inflamación crónica y fibrosis cutánea.

La obesidad también está asociada a diversas manifestaciones cutáneas, entre las cuales destacan:

a) Acantosis nigricans :  Son manchas oscuras de superficie rugosa ubicadas principalmente en pliegues; estas lesiones están frecuentemente asociadas a hiperinsulinismo y resistencia a insulina, por lo que esta condición puede mejorar al tener un correcto control metabólico.

b) Acrocordones :  Son pequeñas excrecencias pediculadas marrones ubicadas predominantemente en cuello y axila.

c) Queratosis pilar: Pequeñas pápulas perifoliculares como “piel de gallina” en cara externa de brazos.

d) Estrías atróficas o de distensión son frecuentes en estos pacientes, tanto por la tensión mecánica como por factores hormonales y genéticos.

e) Redistribución de grasa: Depende del género. Las mujeres tienden a tener mayor porcentaje de grasa y se deposita en caderas y muslos. En hombres el depósito mayor es abdominal. Esta acumulación periabdominal esta asociada a resistencia a la insulina y a enfermedad coronaria.

Finalmente, la obesidad puede agravar ciertas dermatosis que se detallan:
 
1. linfedema, que resulta en un edema duro, propensión a infecciones, drenaje espontáneo de linfa y fibrosis de la piel.

2. insuficiencia venosa crónica, que puede determinar dermatosis por estasis venosa, úlceras venosas en extremidades inferiores y lipodermatoesclerosis, prurito y dolor.

3. Hiperqueratosis plantar, con la posibilidad de fisuras e infecciones bacterianas secundarias.

4. Celulitis (o adiposis edematosa) frecuentemente vista en muslos, glúteos y abdomen.

5. Infecciones cutáneas bacterianas y por hongos.

6. Hidrosadenitis supurativa (inflamación crónica de glándulas apocrinas en axilas y región crural). Como consecuencia del hiperandrogenismo e hiperinsulinismo.

7. Psoriasis (sobretodo su compromiso inverso)  
8. Tofos gotosos.

El problema de la obesidad obliga a políticas públicas y a un manejo multiprofesional dado el impacto que genera tanto en la salud física como mental del portador y su entorno.